Dos cineastas biólogos: Jean Painlevé y Guillermo Zúñiga
Catarina Boieiro | Candela Soto
El pasado mes de diciembre, el Cine Estudio del Círculo proyectó una serie de cortometrajes del francés Jean Painlevé y el español Guillermo Zúñiga, biólogos y fundadores del cine científico. Mientras que Painlevé, autor de más de 200 cortometrajes, es mundialmente conocido, la obra de Zúñiga no ha recibido el reconocimiento que merecen sus aportaciones al desarrollo del documental científico en España. Las cineastas e investigadoras Catarina Boieiro y Candela Sotos, que actualmente trabajan en una película sobre su vida, reivindican la figura de este pionero olvidado durante décadas.
Jean Painlevé (1902-1989), pionero y gran promotor del cine científico en Francia, empezó a hacer películas en 1927 junto a su compañera Geneviéve Hamon, en Penvénan, una localidad de la Bretaña donde se encontraba la casa familiar de Hamon. Próximos a las vanguardias artísticas, particularmente al movimiento surrealista, realizaron cerca de doscientos cortometrajes que alían la investigación y la pedagogía, pero también la poesía y el humor. Mundialmente reconocido por sus innovadoras exploraciones de la vida microscópica, la fauna subacuática y costera, su obra ha sido exhibida en retrospectivas y exposiciones por todo el mundo en los últimos años, como la retrospectiva que se pudo ver en el centro lisboeta Culturgest hasta el pasado marzo.
A principios de la década de 1930, en España, el joven biólogo Guillermo Fernández López-Zúñiga (1909-2005), hoy conocido como Guillermo Zúñiga, también se iniciaba en sus primeras tomas de cine científico. Exploraba las potencialidades del cine como herramienta de estudio y de observación, así como de difusión pedagógica y democrática de la ciencia. En sus inicios, se dedicó principalmente a registrar los comportamientos sociales de los insectos, como hormigas o abejas. Sin embargo, a pesar de haber contribuido al desarrollo del cine científico en España, Zúñiga no ha sido debidamente reconocido hasta hoy. Además de ser contemporáneos.
Painlevé y Zúñiga tienen mucho en común. Este texto pretende desvelar aspectos no muy conocidos de la trayectoria del biólogo español y algunos puntos de contacto entre ambos, gracias a una investigación que hemos desarrollado en los últimos años alrededor del archivo de Zúñiga.
PIONEROS DEL CINE CIENTÍFICO

Guillermo Zúñiga (izqda.) durante el rodaje de La aventura de Api, 1964
Se podría empezar con la trayectoria de Zúñiga, pero empecemos un poco antes, porque las genealogías y los precursores son importantes. Esto pensaba Zúñiga cuando escribió «Orígenes. Pioneros del cine científico», que forma parte del Fondo documental Guillermo Fernández López-Zúñiga, custodiado por la Filmoteca Española:
«La mayoría de los inventos trascendentales no son la obra exclusiva de un solo hombre […]. Así pasó con el invento del cinematógrafo, que fue consecuencia directa de una serie de experimentos realizados por numerosos investigadores, preocupados por la obtención de documentos totalmente objetivos, mediante los cuales pudiesen analizar fenómenos dinámicos y, especialmente, la locomoción de los más variados animales y, de manera primordial, la del hombre.»
Más allá de la idea del pionero como héroe individual «iluminado», su interés se orientaba hacia el trabajo colectivo inscrito en una continuidad histórica. En ese mismo texto, Zúñiga menciona las contribuciones de los hermanos Lumière, de Etienne-Jules Marey, Jules Janssen y Albert Londe, y cita a Jean Vivié para afirmar que «el cine nació de las exigencias de la investigación científica». También evoca las primeras sesiones públicas que organizaron los hermanos Lumière en 1895 en París para presentar su invento, el cinematógrafo: «Se puede afirmar que el cine científico nació con el cine de espectáculo», pues se presentó, entre otras, la película Derrumbamiento de un muro, que él considera «un ejemplo típico de película científica, de las que se filman para analizar el desarrollo de un fenómeno irreversible». Destacamos estas citas porque demuestran la relación inextricable entre el cine científico y el cine como arte, inventos contemporáneos que se confunden y se completan mutuamente.
Sobre el contexto español, Guillermo Zúñiga cuenta que «el cine científico empezó a conocerse en España hacia 1930, cuando Jiménez Caballero organizó la primera proyección en el Cine Goya de Madrid, con películas biológicas, que fueron presentadas por el doctor Gregorio Marañón». Se sabe por otras fuentes que se trataba de las primeras películas de Jean Painlevé, realizadas entre 1928 y 1930; entre ellas, La Pieuvre, Les oursins, Œufs d’épinoche, La Daphnie, Les Crabes, Bernard l’hermite. Parece ser que Painlevé estuvo en Madrid para la ocasión y se hizo amigo de Luis Buñuel1.
Probar el valor del cine para la ciencia no ha sido un proceso automático. La idea todavía era extraña para los científicos franceses en 1928, cuando se proyectó el corto Œufs d’épinoche en la Académie des Sciences. Algunos de los presentes se indignaron, diciendo: «El cine no debe tomarse en serio»2. Pero Guillermo Zúñiga no estaba de acuerdo y, a principios de los años treinta, mientras terminaba la licenciatura en Ciencias naturales en la Universidad Central de Madrid, realizó, junto a Carlos Velo, sus primeras experiencias de filmación científica3. En el laboratorio de entomología del Museo de Ciencias Naturales, empezaron a utilizar la cámara para registrar el comportamiento de abejas y hormigas en colmenas y hormigueros artificiales diseñados por los jóvenes investigadores y construidos por artesanos especializados. En 1932, la película La vida de las abejas sirvió para ilustrar la tesis de Velo sobre el comportamiento social y la comunicación de estos insectos, presentada «con todos los honores». No se conserva ninguna copia.
Imágenes de esas primeras filmaciones se presentaron también en el Congreso Internacional de Entomología de Madrid de 1935. En las actas del congreso no figuran esas presentaciones por haber sido hechas por congresistas que se exiliaron después de la guerra.
Como Painlevé, también Zúñiga colaboró en esos primeros años con investigadores y médicos, filmando los resultados de las intervenciones quirúrgicas que hacían en animales de laboratorio. Por Marruecos, su «primera película visible por el público»4, que realizó en una expedición sobre biología y entomología; presenta una dimensión etnográfica sobre la población local en el Atlas y la región de Ketama. La produjo el Museo Nacional de Ciencias Naturales en Madrid, con la participación de la Filmoteca del Ministerio de Educación y Ciencia. Tampoco se conserva ninguna copia.
Tras terminar la carrera, Zúñiga trabajó como profesor de Ciencias naturales en el Instituto Escuela de Madrid. Creado en 1918, fue un proyecto de reforma de la educación pública emprendido por la Segunda República para modernizar la sociedad a través de la formación y la ciencia. Alumnas de aquellos años recuerdan el interés de Zúñiga por el cine y cuentan que organizaba proyecciones los sábados5. Poco después, el Gobierno lo nombra jefe del Servicio de Cinematografía del Patronato de Misiones Pedagógicas. Zúñiga, que entiende el cine como un medio para democratizar el acceso a la ciencia y la cultura, participa en las dos primeras Misiones Pedagógicas: Ayllón (Segovia, 1931) y Navalcán (Toledo, 1932). Durante esta última, se rodó Boda en Navalcán (1932), con película en color de 16mm, en la que se detalla la extraordinaria riqueza de los trajes tradicionales. No se conserva ninguna copia de la película.
Sobre las Misiones Pedagógicas, Guillermo Zúñiga escribió en una carta:
«El propósito era corregir, en lo posible, la gran injusticia que se producía entre los niños que nacían en las grandes ciudades y los niños que nacían en los pueblos pequeños, aislados, sin carreteras ni luz eléctrica… Se permanecía en el pueblo, desde un par de días a una semana. Llegamos a proyectar cine con baterías en pueblos que aún no tenían alumbrado público, a los que fue necesario llevar los aparatos a lomos de burro por no haber carretera. El sentir la emoción y las reacciones que producían las proyecciones de películas documentales en aquellos espectadores que veían cine por primera vez, me ha marcado para siempre. Me parecía que, dominando la técnica cinematográfica y teniendo, por mi profesión, una formación científica aceptable, tenía la obligación social de hacer ese tipo de cine de educación o divulgación científica que tan útil podía ser para incrementar la cultura de nuestro pueblo6.»
A mediados de 1933, lo nombran jefe del equipo de cinematografía de la Expedición al Amazonas del capitán Iglesias, en el buque Ártabro, especialmente construido para ese fin. Se había designado el equipo, contratado los técnicos cinematográficos y adquirido las cámaras y el material más avanzado en Europa. Al empezar la Guerra Civil se anuló la expedición, el buque fue requisado para la flota republicana y funcionó como hospital, en Málaga, hasta que se hundió.
DE LA GUERRA CIVIL AL EXILIO
Movilizado al estallar la guerra, Zúñiga puso sus conocimientos cinematográficos al

Fotograma de L’Hippocampe, de Jean Painlevé, 1933
servicio de la causa republicana, trabajando para los noticiarios España al día y Gráfico de la juventud7. También acompañó por ciudades y frentes de batalla a reporteros y directores de cine que venían a rodar en la zona republicana; entre ellos, se encontraba Joris Ivens (Tierra de España, 1937). Dos meses antes del fin de la guerra, en febrero de 1939, llegaron cerca de 465.000 republicanos al departamento francés de los Pirineos Orientales. A los hombres y antiguos combatientes republicanos los llevaban a campos de concentración, como el de Saint-Cyprien o el de Argelès-Sur-Mer, donde se encuentran cerca de 185.000 españoles a mediados de ese mes de febrero; entre ellos, Guillermo Zúñiga. Su familia recuerda que les contaba el hambre que pasó en Argelès y que hacía un hueco en la arena para protegerse del frío. Todavía hay poca información clara sobre su vida en ese periodo, del que nunca habló en público. Tras la ocupación alemana de Francia, parece ser que se incorporó al grupo armado de la resistencia FTP (Francs-Tireurs et Partisans). Él mismo lo cuenta en esta carta, incluida en su Correspondencia:
«Durante toda la segunda guerra europea yo permanecí en Francia trabajando y luchando al lado de la Francia Libre. Por esta actividad fui encarcelado en el campo de concentración de Gurs, donde me evadí cuando me iban a trasladar a los campos de concentración y exterminio de Alemania, durante la ocupación de Francia por las tropas alemanas. Me vi obligado a vivir en la clandestinidad con el nombre de Guillermo Zúñiga.»
Un apellido que usará el resto de su vida. Sobre su estancia en Francia, comenta en esta otra carta:
«Mi exilio en Francia me permitió trabajar con carnet profesional de realizador y pude conocer el gran desarrollo del Cine Científico francés y llegar a establecer una íntima amistad con su gran promotor, Jean Painlevé, que me permitió pertenecer a la Asociación Internacional de Cine Científico […], asistiendo a los actos de la asociación en París, en las que pude conocer a los dirigentes de las Asociaciones de Cine Científico de casi toda Europa, con los que pronto llegué a disfrutar de una sincera amistad […], amistades que me hicieron pensar y desear que en España se podría crear algún día una Asociación Española de Cine Científico.»
Hasta recientemente no se ha atribuido a Zúñiga la dirección de Spain In Exile, una película realizada por encargo del Joint Antifascist Refugee Committee estadounidense. Se trata de una película sobre la realidad de los exiliados españoles tras la guerra, destinada al público americano. Un detalle interesante: la coproduce el noticiario France Libre Actualités, fundado nada menos que por Jean Painlevé junto a un grupo de directores de cine, –entre los que se encontraba Jacques Becker–, involucrados en la Resistencia, que formaban el Comité para la Liberación del Cine Francés, en una clara oposición al noticiario France Actualités, controlado por el Gobierno de Vichy. Este vínculo que se crea entre Zúñiga y Painlevé a través de Spain in Exile es una prueba de que no solamente compartían el amor por el cine y la ciencia, sino también el compromiso político. Hay que recordar que en 1932 Painlevé se une a la Asociación de Escritores y Artistas Revolucionarios (AEAR) movilizados contra la guerra y el fascismo; entre sus miembros figuraban Jean Vigo, Man Ray, Max Ernst y Luis Buñuel. En 1938, creó la Asociación de Amigos de la República Francesa (AARF), con el objetivo de ayudar a los extranjeros que vivían en Francia a obtener visados de trabajo cuando se endurecieron las leyes contra las personas exiliadas, muchas de las cuales llegaron allí huyendo del fascismo. En 1939, Painlevé se suma a la Resistencia y se esconde en el sur de Francia8. Zúñiga cuenta en una carta: «Jean Painlevé me brindó muchas enseñanzas de su larga experiencia, siempre con su sincera amistad»
En 1947, Zúñiga parte hacia Buenos Aires. Sus amigos exiliados en Argentina le consiguieron un contrato de trabajo en los Estudios Cinematográficos San Miguel. Allí destaca en la producción y, en menos de diez años, trabaja en veintitrés películas. Pero su pasión, mucho más que el cine de ficción, sigue siendo el cine científico, género al que nunca deja de dedicarse:
«Como en el Estudio no se trabajaba ni sábados ni domingos, yo tenía tiempo para rodar mis cortometrajes con colas de películas y hasta con cámaras del estudio. Reproduje una colmena artificial igual que las que había hecho en el Museo de Ciencias Naturales y la instalé en el comedor de nuestro chalet y de allá salió la película Las abejas, que fue galardonada como el mejor corto producido en Argentina en el año 1951. Ese mismo año empezó a funcionar la TV Argentina y la inauguraron pasando Las abejas en el primer día de emisión.»
Las abejas es la película científica más antigua de Zúñiga de las que se conservan. En un artículo de la época cuenta que construyó una colmena con barras de bronce y doble pared de cristal para que la temperatura fuese uniforme y las abejas se acostumbraran a la luz, y así «poder filmar sin que se molestara el trabajo». La colmena tenía un conducto de vidrio que la unía al exterior, las abejas podían entrar y salir por esa vía. Sobre ello, Zuñiga relata:
«La colmena fue instalada en el salón, de ese modo yo seguía las actividades de las abejas y filmaba en el momento en que el episodio fuese interesante. Claro está que no se podía realizar la película con una sola colmena. Había instalado otras siete en los alrededores de la casa para no tener que esperar todo un ciclo de trabajo. Yo he gastado más de mil quinientos metros de negativo, pero los fui recogiendo y adquiriendo por trozos de veinte y treinta metros de los sobrantes que quedaban en las cámaras de la productora. Cuando disponía de medios económicos –iba ahorrando centavo por centavo–, compraba tantos metros como podía e iba engarzándolos hasta conseguir un rollo. La máquina se me prestaba cuando no era utilizada y así pude cumplir mi tarea.

Las autoras encontraron esta fotografía de Painlevé, firmada, en el archivo de Guillermo Zúñiga. © Filmoteca Española
REGRESO A ESPAÑA: ZÚÑIGA FILMS
En 1956, regresó a España. Dos años después, fue nombrado director gerente de la productora UNINCI. De esa época destaca su participación en películas como Sonatas y A las cinco de la tarde, de Juan Antonio Bardem, o Viridiana, de Luis Buñuel, y en otras de Carlos Saura, Joaquín Jordá, Elías Querejeta y Antonio Eceiza.
A partir de 1964, volvió a sus proyectos cinematográficos propios y dirigió más de veinte documentales científicos sobre temas de biología, zoología y entomología. La mayoría se hicieron a través de su nueva productora, Zúñiga Films, con películas como Mytilus edilus. El mejillón en Galicia (1970), La mosca de las frutas (1971), Encinares (1973), Un pequeño colonizador verde (1968), El agua en la vida (1974), que obtuvieron numerosos premios nacionales e internacionales. Muchas de ellas se proyectaron en salas de cine como preámbulo a las de ficción, al igual que ya sucedía en otros países, incluso en Estados Unidos, donde La Aventura de Api, una película de 1964, también sobre abejas, se mantuvo diez años en cartelera como complemento a las demás exhibiciones.
De estas obras, se destaca el encuentro entre rigor y claridad de la información científica transmitida y la originalidad creativa y sensible de la mise-en-scène, aliando sus conocimientos científicos y técnicos, su vocación pedagógica y su larga experiencia en la producción de cine. Resaltamos también su interés por temas cercanos, relacionados con lo cotidiano, incluso temas aparentemente sin interés o despreciados, como la mosca de las frutas o el musgo. De estas películas tardías, didácticas, se pueden identificar metáforas y ecos de su trayecto de vida. Hablando de naranjas, animales o plantas, hace comparaciones con temas como la guerra, la relación entre individuo y colectivo, la resiliencia frente a los obstáculos. Además, sorprende su posición ecológica precoz, desde una perspectiva y conciencia de que el humano está destruyendo su hábitat.
Más allá de su obra personal, estuvo implicado en el nacimiento de casi todos los festivales de cine científico españoles. Su compromiso con este género puede ser entendido como una verdadera militancia, por todo su trabajo e incentivo en la creación de asociaciones nacionales e internacionales para compartir conocimiento y técnicas, establecer reivindicaciones comunes y promover la financiación pública, sin la cual, advertía Zúñiga, no podría haber un cine científico en España.
No podemos dejar de imaginar qué podría haber hecho Zúñiga si no se hubieran interrumpido sus primeros trabajos en los años treinta. Sin duda, tendríamos una filmografía tan relevante y rica cómo la de Jean Painlevé. Zúñiga deja más proyectos incompletos o soñados que realizados: varios guiones, sinopsis y menciones en cartas que pudimos localizar en su archivo. Queda bastante por aclarar sobre el estado de parte de estos proyectos: ¿quedaron inacabados o se terminaron y se han perdido después?, ¿quedaron en el papel del guion, no pasaron de una idea o están las copias terminadas perdidas y olvidadas en archivos de España, Argentina, Francia, Estados Unidos u otros lugares insospechados?
Lo que sí podemos ver es la experimentación radical de Painlevé, quien utilizó el cine para ilustrar el potencial de la ciencia como medio de liberación intelectual. Y también el cine más introspectivo y crítico de Zúñiga, que veía en la biología un espejo de los cambios políticos y sociales de su tiempo. Ambos cineastas demuestran que el arte y la ciencia son herramientas igualmente poderosas. Ambos nos invitan a observar cómo la ciencia y el cine se entrelazan no solo como medios de conocimiento, sino como actos de compromiso político y humano. A través de la biología, Painlevé y Zúñiga nos enseñan que el cine puede ser un espacio para el cuestionamiento y la creación de nuevas formas de entender el mundo.

Fotograma de La aventura de Api, de Guillermo Zúñiga, 1964
1 De acuerdo con la cronología disponible en la web Archives of Jean Painlevé: jeanpainleve.org/chronology, los caminos de Buñuel y Zúñiga también se cruzaron. Probablemente, se conocían desde los años treinta. De lo que no hay duda es de que coincidieron en Viridiana (1961), una producción de UNINCI, productora de la que Zúñiga era gerente.
2 Brigitte Berg, Science Is Fiction. Inside the Wondrous Early Films of Jean Painlevé, Cambridge, Massachusetts The MIT Press Reader, 2024, accesible en: thereader.mitpress.mit.edu/science-is-fiction-inside-the-wondrous-early-films-of-jean-painleve/
3 Carlos Velo llegó a Madrid desde Galicia para estudiar medicina, pero acabó siguiendo su pasión y estudió biología y entomología. Poco después, a partir de 1934, realizó sus primeros cortos documentales. Tras la Guerra Civil se exilió en México, donde continuó dedicándose al cine.
4 Guillermo Fernández López-Zúñiga, Correspondencia, Fondo documental Guillermo Fernández López-Zúñiga, Madrid, Filmoteca Española, 1969.
5 Biografía de Guillermo Zúñiga en el documento titulado «Cargos directivos y profesorado del Instituto Complutense», Fondo documental Guillermo Fernández López-Zúñiga, Filmoteca Española, s/f.
6 Guillermo Fernández López-Zúñiga, Correspondencia.
7 España al día surge en marzo de 1937. Fue una coproducción entre Films Popular, productora afín al PCE, y Laya Films, el prolífico departamento de cine del Comissariat de Propaganda de la Generalitat de Cataluña que, más allá del noticiario, produjo 135 películas y veintisiete documentales hasta enero de 1939. A partir de julio de 1937, el noticiario continúa produciéndose de forma independiente por cada productora. Gráfico de la juventud lo producía la Secretaría de Agitación y Propaganda de las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU) de Madrid, y destacaba el sistema educativo implantado por los republicanos por ser participativo e independiente. Al parecer, allí trabajó Zúñiga como realizador, fotógrafo y montador. Actualmente no hay ninguna copia localizada de este noticiario del que se grabaron diez programas en 1937, con una duración de entre siete y diez minutos.
8 Esta información se puede consultar en la cronología disponible en la página web Archives of Jean Painlevé, disponible en jeanpainleve.org/chronology.
DOS CINEASTAS BIÓLOGOS. JEAN PAINLEVÉ Y GUILLERMO FERNÁNDEZ LÓPEZ-ZÚÑIGA
17.12.24
PROYECCIÓN DE CORTOMETRAJES L’HIPPOCAMPE • LE VAMPIRE • LES OURSINS • LES AMOURS DE LA PIEUVRE • ACÉRA OU LE BAL DES SORCIÈRES • LAS ABEJAS • EL MEJILLÓN EN GALICIA • GUERRA EN EL NARANJAL
PARTICIPAN CATARINA BOIEIRO • CANDELA SOTOS
ORGANIZA FUNDACIÓN BIODIVERSIDAD DEL MINISTERIO PARA LA TRANSICIÓN ECOLÓGICA Y EL RETO DEMOGRÁFICO • INSTITUT FRANÇAIS DE MADRID • FONDO GUILLERMO FERNÁNDEZ LÓPEZ-ZÚÑIGA (FGFZ) • CÍRCULO DE BELLAS ARTES